Siguiendo con las aplicaciones de la ley del periodo-luminosidad de Leavitt en esta entrada nos disponemos a revisar otro hito importante en la historia de la humanidad; el momento en que la ciencia descubrió que nuestro Sol no es el centro del universo como se pensaba desde tiempos antiguos.
Aunque el modelo heliocéntrico de Copérnico ya tenía todo el consenso de los científicos de inicios del siglo XX, aun no se tenía claro las dimensiones y la posición relativa de nuestro sistema solar sobre nuestra galaxia, se creía por algún motivo que teníamos una posición privilegiada y nuestro Sol estaba en el centro del universo, el concepto de galaxia tampoco estaba totalmente claro en esa primera década de comienzo de siglo XX.
El trabajo «Periodos de 25 estrellas variables en la pequeña Nube de Magallanes» de Henrietta Leavitt revolucionaria la concepción del universo, su ley del periodo luminosidad, explicada en Nebulosas espirales … Andrómeda, fue utilizada por el astrónomo Harlow Shapley en el año de 1918 para poder determinar las distancias a los cúmulos globulares presentes en el halo galáctico. Esto le permitió descubrir que nuestra Galaxia Vía Láctea era mucho más grande de lo que se pensaba y que su posición no era tan privilegiada, logró estimar que la ubicación del Sol respecto al centro galáctico es del orden de unos 2/3 del radio de la galaxia (Figura 2).
La hipótesis de Shapley consistía en que, si el Sol estuviese en el centro Galáctico, los cúmulos globulares deberían formar una especie de superficie esférica con radio igual a la distancia media a los cúmulos con centro en el Sol. Para su sorpresa encontró que la superficie esférica esperada si se presentaba, pero con un centro muy alejado de la posición del sol, un centro ubicado hacia la constelación de Sagitario. De esta manera Harlow Shapley se convirtió en el astrónomo que destronó al Sol de su posición privilegiada que tenía desde nuestros antepasados y lo marginó a ser una estrella común ubicada en los suburbios de una galaxia espiral.
El estudio de la distribución de las distancias a los cúmulos globulares que rodean nuestra galaxia se considera uno de los principales aportes entre los muchos realizados por Harlow Shapley en su exitosa carrera, tambien se destada su participación en el Gran Debate:
«En este <Gran Debate> se encontraban Shapley y Herber Curtis D. discutiendo sobre la escala del universo, así como la naturaleza de las nebulosas y galaxias. Curtis argumentaba que el Universo se compone de muchas galaxias similares a la nuestra (que había sido identificado por los astrónomos de la época como «nebulosas espirales».) Shapley argumentó que las nebulosas espirales eran nubes de gas y que ellas y los cúmulos globulares se producen dentro de la Vía Láctea. Shapley argumentó en contra de la posición de Curtis que el Sol era el centro de la galaxia, diciendo que nuestro sistema solar existe en los límites exteriores de una galaxia muy grande. Estaba en lo cierto en este punto, a pesar de que Edwin Hubble jugó un papel importante para demostrar que la posición de Shapley sobre las agrupaciones nebulosas y globulares que ocurren dentro de nuestra galaxia estaba mal, cuando demostró que las variables Cefeidas en la galaxia de Andrómeda eran mucho más lejanas que la medida propuesta por Shapley de la Vía Láctea y que Andrómeda era de hecho, su propio «universo isla».
Los cúmulos globulares que Shapley utilizó en sus analisis son uno de los objetos de espacio profundo de mayor antiguedad del universo.
» El primer cúmulo globular conocido, ahora llamado M22, fue descubierto en 1665 por Abraham Ihle, un astrónomo aficionado alemán. Sin embargo, dada la pequeña abertura de las lentes de los primeros telescopios, las estrellas individuales dentro de un cúmulo globular no fueron resueltas hasta que Charles Messier observó M4 en 1764. Posteriormente, Abbé Lacaille listaría a NGC 104, NGC 4833, M55, M69 y NGC 6397 en su catálogo de 1751-52. La M antes de un número se refiere al catálogo de Charles Messier, mientras que NGC pertenece al New General Catalogue de John Dreyer.
Cuando William Herschel comenzó su estudio integral del cielo utilizando grandes telescopios en 1782, había un total de 34 cúmulos globulares conocidos. Herschel descubrió otro 36 él mismo y fue el primero en resolver prácticamente todos ellos en estrellas. Él acuñó el término «cúmulo globular» en su Catálogo de las dos mil Nuevas Nebulosas y Cúmulos de Estrellas publicado en 1789.
El número de cúmulos globulares descubiertos continuó aumentando, alcanzando 83 en 1915, 93 en 1930 y 97 en 1947. Se han descubierto un total de 152 cúmulos globulares en la galaxia Vía Láctea, de un total estimado de 180 ±20. Se cree que estos cúmulos globulares adicionales no descubiertos están ocultos detrás de las estrellas, del gas y el polvo del gran bulbo que constituye el centro de la Vía Láctea»
Saludos,
Faguisau.